Feliz 8 de marzo

Queridas hijas, queridas 8 hijas que se dice pronto: 6 hijas de toda la vida y 2 que hemos ganado estos años, y digo hemos ganado porque María y Nere sois un premio gordo.

Hace pocos días celebramos el día de la mujer trabajadora, nuestro día, y por eso os mando una carta especial de felicitación a vosotras.

Como el santoral no me solucionaba la raíz de esta celebración, busqué en otras fuentes y según leo, el 8 de marzo de 1857 miles de trabajadoras textiles decidieron salir a las calles de Nueva York con el lema ‘Pan y rosas’ para protestar por las míseras condiciones laborales y reivindicar un recorte del horario y el fin del trabajo infantil. 

Cualquiera de nosotras hubiéramos salido con ellas y por tanto nos unimos a la celebración.

En nuestra casa las mujeres no pasamos desapercibidas, tenemos mucho poderío; somos, recurriendo esta vez sí al santoral, más del estilo de Santa Teresa de Jesús que de Santa Teresita, salvando las distancias y con gran admiración por ambas.

Destaca siempre nuestro afán corporativo y, como dicen los maridos y otros hombres de la casa, no encontramos nada más apetecible en cualquier momento que disfrutar juntas, charlar de cualquier cosa y simplemente estar reunidas y compartir todo alrededor de un café.

Y así, de esta guisa, conviviendo y compartiendo, ya podemos estar una hora o varias que siempre se nos queda corto.

Y por si fuera poco, cada año, estando en Carbonero durante las vacaciones de Navidad,  tenemos nuestro día especial de mujeres, al que llamamos el “día de las cadenas“ y me explico por qué. Organizamos un plan “feminista” en el que nos vamos todas nosotras y también abuela, las tías y las primas a pasar el día de la mujer sin más (ya se entiende que todas somos trabajadoras no hace falta decirlo). 

Se quedan los niños con nuestros queridos maridos y padres y nosotras de excursión. Vemos algún museo o exposición en Madrid y después a comer en algún acogedor restaurante. 

Como decía, hasta abuela Maruja se apunta -que de casta le viene al galgo- y entre cuadro y cuadro o plato y plato, nos reímos mucho entonando por la calle (para vergüenza de algunas del grupo) nuestro lema. Recordamos y emulamos en él a la Sra. Bank- primera feminista que madres e hijas conocimos gracias a Mary Poppins- y que dice así: ”Hoy las cadenas hay que romper, en dura lucha por libres ser, y nuestras dignas sucesoras, cantarán al ser mayores…”.

O sea que somos bastante feministas todas, y de rompe y rasga la mayoría. Mujeres o mujeres trabajadoras en la nomenclatura actual. Inmersas desde siempre, como nuestros maridos, en el mundo laboral y la mayoría ya casadas y con hijos.

Pero a  las manifestaciones no creo que vayáis porque según decís no os representan. No porque no os consideráis feministas, que sí,  pero de otro tipo, feministas de la diferencia no feministas de la igualdad.

Lo hemos hablado muchas veces y todas estamos de acuerdo en que las mujeres deben ser valorizadas en la familia pero no masculinizadas.

Estamos muy agradecidas a tantas mujeres que han luchado por nuestros derechos y ahora disfrutamos de sus logros, pero al mismo tiempo vemos a nuestro alrededor el peligro de que no nos dejen ser y realizarnos como cada una quiera.

Va un trecho muy largo de creer que hombres y mujeres tenemos los mismos derechos y dignidad, a pensar y aceptar que somos idénticos y las diferencias entre ambos sexos son simplemente educacionales y culturales, como nos quieren  hacer creer.

Compartimos la idea de que somos radicalmente iguales y estructuralmente distintos y el papel en la familia de ser madre y el de ser padre es igual de importante pero se manifiesta de manera diferente.

A veces pienso que hemos pasado de que nos dominen los hombres a que nos dominen un grupo de mujeres empeñadas en que ellas saben mejor que nadie cómo somos, qué nos gusta y  lo que nos conviene.

Se palpa en la sociedad un empeño, no dudo de que de buena fe pero no por eso acertado, creo yo, en que tengamos un trabajo profesional al que dedicar lo mejor de nuestras fuerzas y nos explican que la familia y maternidad pueden resultar un estorbo para esta finalidad. No sé de dónde lo sacan.

Es verdad  que a muchas mujeres les identifica ese modelo de vida y de mujer, pero no a todas.

Seguro que habrá otras muchas como nosotras a las que no les representa.

Pelean, escriben y arengan para que las mujeres lleguen a los puestos profesionales más altos y eso está muy bien, para las que lo quieran.

Pero echamos de menos que piensen también en otras muchas mujeres que NO QUEREMOS llegar a estos puestos, independientemente de que podamos o no (que seguro que muchas sí). Simplemente tenemos otras prioridades que nos parecen  más importantes y nos hacen más felices. Priorizamos ser primero esposas y madres y luego desarrollar un trabajo profesional, pero a poder ser que nos permita estar con nuestra familia el más tiempo posible. 

Ya sabemos que no vamos a llegar a puestos tan importantes laboralmente pero no nos importa.

Nuestro sueño no es triunfar profesionalmente, sino tener sosiego y tranquilidad para disfrutar, querer y cuidar (porque nos gusta cuidar) a nuestra familia.

Así de sencillo: priorizamos la vida de familia y los hijos al trabajo profesional. 

Por eso nuestra lucha irá más por conseguir trabajos de media jornada y jornadas reducidas. Tenemos las prioridades claras, las nuestras claro, y somos conscientes de que una buena elección supone dejar de lado otras posibilidades que nos interesan menos.

Por eso no vamos a la manifestación. Porque no nos sentimos representadas, porque no consideramos que los hombres nos opriman ni queremos ser como los hombres. Queremos ser mujeres con los mismos derechos que los hombres pero mujeres, y poder elegir libremente el estilo de vida que queramos, aunque éste sea dedicar más tiempo a nuestra familia y menos al trabajo.

Es una opción, nuestra opción y la de muchas otras mujeres. No está de moda pero es igual de válida que cualquier otra, es más, para las que libremente la escogemos es la mejor opción.

Felicidades por el 8 de marzo, felicidades a las mujeres que nos precedieron y a las que ahora luchan de verdad por la libertad de elección de la mujer y sobre todo  felicidades a vosotras por vuestra elección.

Un beso muy fuerte.

Mamá

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