¡Llega la Navidad!
Queridos hijos: ya llega la Navidad y todos nos váis llamando y explicando que ya habéis puesto el Belén, que ya tenéis decorada la casa, puesto luces y además cada año más y más luces. También empieza en la familia la fiebre de regalos del Niño Jesús y regalos de lo Reyes Magos. Es Navidad y es lógico que sea así.
Por eso conviene recordar todos en qué consiste la Navidad, y más concretamente en qué consiste nuestra Navidad cristiana y familiar, pues es fácil desvirtuarla con tanto ambiente a nuestro alrededor que va olvidando el verdadero sentido de la Navidad.
En casa, como en muchos hogares cristianos, empezábamos la campaña de Navidad con la llegada del Adviento. Como sabéis son las 4 semanas anteriores al Nacimiento de Jesús y por tanto empieza a últimos de noviembre.
Entonces bajábamos el Niño Jesús con su cunita del armario correspondiente. Lo instalábamos en el salón y empezábamos a hacerle la canastilla. Cualquier sacrificio que hiciéramos se podía cambiar por una camisita, un pañal, un chupete, un jerseicito… tantos regalos como sacrificios habíamos hecho. Al lado de la cuna del Niño Jesús poníamos un taco de hojas donde escribíamos el nombre del regalo y lo colocábamos en una cubitera plateada que alguien nos regaló en la boda sin sospechar tan noble destino. Luego estaban los afanes de cada día: el que no había hecho ningún sacrificio y se ofrecía a poner la mesa como último recurso, los que querían dibujar las prendas para el Niño en vez de poner el nombre y pasaban tiempo y tiempo, poniéndome yo nerviosa porque no adelantábamos tareas, el que se enfadaba porque su hermano ponía cinco regalos y él sabía, o creía saber, que no había hecho tantos sacrificios…
Otra costumbre cristiana muy bonita poner la Corona de Adviento con sus cuatro velas. Ahora la solemos poner todos, aunque en casa es una costumbre incorporada hace pocos años.
Unos días más tarde, sobre el día de la Inmaculada, empezaba el trabajo de escribir christmas. Papá y yo escribíamos la mayoría pero vosotros teníais que escribir algo en algunos o al menos firmar en todos y ¡había siempre 20 ó 30! Los de los abuelos los solíais dibujar y colorear vosotros mismos y os esmerábais un montón para que les llegaran bonitos.
Nos encantaba poner villancicos de Navidad de fondo antes de despertaros. Solían ser tradicionales y con coros infantiles. Sustituíamos también por un villancico la oración que rezábamos todas las mañanas en el coche al ir al colegio.
En nuestros viajes y trayectos en coche más largos, poníamos villancicos y según os hacíais mayores lo tuvimos que ir alternando con vuestra música. Alguno se ponía de morros con “tanto villancico” pero acababa aceptándolo, resignado al principio y casi siempre contento e incluso cantándolos al final.
Solíamos e igualmente solemos esperar a la Inmaculada para poner el Belén y el árbol de Navidad. Íbais con papá, tío Javier y las primas a coger el musgo a Raimat o por los alrededores y veníais rojos de frío y llenos de barro, pero felices con el musgo (en esa época no estaba prohibido cogerlo, o por lo menos yo nunca lo oí).
A primeros de diciembre salía la revista de juguetes del antiguo Pryca (ahora Carrefour) y era la locura. Os pasábais tardes y tardes repasando lo que íbais a pedir a los Reyes Magos. Lo mirábais tanto tanto que cambiábais de objetivo, tachando y poniendo cruces en juguetes distintos, pues eran muchas tardes de mirar y remirar. Siempre he pensado que disfrutábais mucho más ese mes con la ilusión de lo que íbais a pedir que los cuatro días que os duraba la ilusión de los regalos pasado el día de Reyes.
Y cuando ya se acercaba Navidad ¡a escribir la carta a los Reyes! Comprábamos la típica carta de Reyes y todos a escribir. Las indicaciones eran claras y la escribíais a lápiz para ir corrigiéndola: No se podía empezar “Queridos Reyes Magos: quiero que me traigáis…”
Había que preguntar a los Reyes qué tal en Oriente, cómo estaban, presentaros con vuestro nombre y demás datos, cuántos hermanos teníais y el número que hacíais, decirles cómo os habíais portado, alguna cosa de la familia y amigos y entonces, sólo entonces, se podía empezar: ”Me gustaría que me trajérais alguna cosa de éstas (…) pero si no es posible o si hace falta a otro niño no importa”. La carta la escribíamos todos, pequeños y mayores, creyeran o no en los Reyes Magos. De hecho todavía los que estáis en la universidad nos escribís vuestra carta a los Reyes Magos. Después de tantos años las escribís preciosas y muy emotivas. A papá y a mí nos encanta recibirlas.
Y por fin llegaba la Nochebuena, en casa de los abuelos, en nuestro pueblo de Segovia. Con todos los tíos y primos. Después de tanto años, seguimos celebrándola todos juntos igual: A las 20.30h se reza el rosario, los que estén, y a las 21h la cena. Dos o tres primos de la edad de Primaria son los encargados de preparar la oración de acción de gracias, especial de Nochebuena, para bendecir la mesa. Los pequeños se pasan toda la tarde preparando el Festival para después de la cena de Nochebuena. Los más mayorcitos dirigen y organizan la actuación y mientras la hacen, algunos mayores van poniendo a escondidas los regalos del Niño Jesús, para después.
Después de cenar es el show. Nunca falta el Nacimiento viviente (siempre ha habido un bebé que podía hacer de Niño Jesús) y allí, a su ladito, a cantar los villancicos de ese año de los coles, o inventar un teatrillo…. en fin, cada año sorpresa. He de decir que ha habido años de todo y que no somos una familia especialmente ingeniosa ni muy creativa, pero… es nuestra Navidad. Luego cantamos villancicos acompañados de panderetas y demás instrumentos típicos, alguno cuenta un chiste, volvemos a los villancicos… y así hasta que Víctor grita: ¡Ha llegado el Niño Jesús! Y todos corremos al piso de abajo, donde al pie del Nacimiento están todos los regalos ocupando media habitación. Los abrimos corriendo entre el alborozo general y después de cantar un último villancico al Niño Jesús para agradecerle todos los regalos que nos hace. Luego la mayoría vamos a Misa del Gallo en el pueblo, los pequeños a la cama y alguno se queda de canguro.
Lo cuento entre pasado y presente porque gracias a Dios nuestra Nochebuena sigue igual con algún pequeño cambio. Abuelo Mariano nos ve desde el cielo y la mayoría de los del teatro han cambiado de generación. Ahora son vuestros hijos y los hijos de vuestros primos.
El día de Nochevieja es la cena en nuestra casa, con los abuelos. Todos de tiros largos y con la mesa muy bonita. Al terminar vienen los tíos y primos a tomar las uvas con el sonido del reloj de la Puerta del Sol-seguro que como la mayoría de los españoles- y con la última campanada ¡que viva el jolgorio!
Más tarde empieza el karaoke que monta papá. Cada año lo ha ido perfeccionando y tenemos hasta luces de colores y aparato que echa humo. Es tan bonito el plan que hasta los jóvenes habéis preferido siempre quedaros en casa a iros de fiesta por ahí. Creo recordar que no habéis salido esa noche nunca ninguno. Ya sé ve que la competencia no lo hace mejor, jeje. Nosotros encantados de vuestra elección y a cantar hasta muy altas horas de la madrugada. Al día siguiente a dormir hasta tarde que la Misa es a las 12.30h.
Y queda el gran día de Reyes Magos. Ya en nuestra ciudad y en nuestra casa. La noche anterior puntuales en la cabalgata a ver a los Reyes y luego a comprar pizzas y a casa a cenar y a prepararlo todo: Primero los zapatos más elegantes y limpios, tres vasos de leche para los Reyes (dos con leche blanca y el otro con colacao para el rey negro) y unas galletas, un gran bol en la terraza con agua para los camellos y con los caramelos recogidos en la cabalgata escribíais el nombre de cada rey. Después todos a la cama. Papá y yo veíamos una peli y a las 2 ó 3 de la mañana, medio dormidos, nos poníamos en modo zafarrancho de Reyes: Adelantábamos los Reyes Magos del Belén y los poníamos adorando a Jesús, nos bebíamos la leche de los tres vasos y comíamos algunas galletas y después poníamos y organizábamos los juguetes. Un año papá tuvo que montar un futbolín que se le resistía ¡y se acostó a las 6 de la mañana!
Normalmente os despertábais muy pronto (algún año a las 5h de la mañana, lo que era horrible para nosotros porque apenas habíamos dormido). Os asomabáis al salón y veníais a despertarnos entusiasmados. A pesar de que apenas habíamos dormido, papá y yo os teníamos dicho que nos despertárais en cuanto viérais los regalos, antes de abrirlos, porque nos hacía muchísima ilusión veros. Pero ya, cuando empezasteis a crecer varios, pusimos la norma de que no se podía ir al salón a ver si habían llegado los Reyes antes de las 9h ¡Y funcionó!
El año que haciáis la Primera Comunión os solíamos decir que los “ Reyes son los padres”, ya con 7 ó 8 años y con uso de razón. Nos parecía que era mejorasí. Aunque a veces se nos adelantaba algún amigo o primo, y ante vuestras preguntas insistentes sobre lo que os habían contado os explicábamos la verdad. Pero en casa a día de hoy, los regalos de los Reyes se siguen poniendo la noche del día 5 y el 6 por la mañana todos acudimos felices a ver qué nos han traído.
Un dato más, por si os sirve: no pasa nada porque no traigan a vuestros hijos aquello que tantísima ilusión les hace. Si queremos que ganen en resilencia y fortaleza ante las contrariedades, es una oportunidad buenísima.Y su desilusión dura muy poco y es mucho menor de lo que pensamos.
Tenemos los padres tanto “amor” a nuestros hijos que podemos hacer el pino para conseguir aquello que han pedido, y seguramente les haríamos mayor bien si algo que esperan con mucha ilusión los Reyes no se lo traen.
Algunas veces les cortamos las ilusiones porque en cuanto tienen una, se la “cumplimos” y les privamos de la felicidad que supone vivir con un deseo grande de algo. Por ejemplo, creo que nosotros en casa os hemos privado siempre de soñar con tener una bici, porque siempre la habéis tenido antes de pedirla- por vuestro cumple, por Reyes, etc.- Sólo los que hemos tenido esta ilusión tan grande de tener una bici y no conseguirla, sabemos de qué estoy hablando. Es verdad que luego la habéis utilizado mucho, pero ilusión, ilusión, no habéis tenido.
Son consecuencias de la sociedad del bienestar en la que vivimos. “Es lo que hay”, que diríais vosotros, y no nos vamos a quejar. Pero a veces no está de más que hagamos esperar algo que nuestros hijos o nosotros deseamos mucho. Que sigan soñando con ello, cuanto más tiempo mejor, y que no vean cumplidos la noche de Reyes todos sus deseos.
Ya sé que cuesta y no está al alcance de muchos, pero se puede intentar e incluso conseguir.
¡Feliz Navidad a todos y Dm nos vemos en Carbonero!
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