Estamos en pleno verano, de vacaciones y disfrutando de familia. ¡Qué gusto teneros en casa a los universitarios! Al final ha sido un buen año de resultados académicos. Como hay años de todo, lo valoramos más y estamos encantados.
¡Menos mal que al final aprobaste todo! eso ayuda mucho a la armonía familiar. Comprende que cuesta superar el mal humor en casa cuando ves que tus hijos queridos no han dado el do de pecho y han perdido el tiempo durante el curso.
Hace ya días, cuando se acercaba el verano, empezaste a buscar trabajo. Querías conseguir una ayuda a tu economía maltrecha y sabías, además, que con eso contábamos tus queridos padres. El verano es muy largo y dos meses de piscina y playa de los hijos –ya mayorcitos–no hay familia normal que lo aguante, o al menos a mí me pone muy nerviosa.
Así que te pusiste a buscar trabajo, pero entre que lo cogiste un poco tarde, y entre que no te sobraba experiencia, no fue tan sencillo. Como todos tus hermanosen la misma tesitura, empezaste sugiriendo que igual podías trabajar en el despacho con papá. ¡Caso perdido!Papá dice que si el necesitara más gente ya la habría buscado y no lo ha hecho. O sea que no, que no necesita a nadie y que no os va a pagar por estorbar. Además,preferimos que te bregues en buscar trabajo, pues es una asignatura que no se estudia en la universidad pero muy útil para tu futuro.
Repasábamos contigo los trabajos que habían hecho tushermanos mayores en situaciones similares para darte una pista: tienda de muebles, almacén en el polígono, la recogida de fruta (para eso vivimos en Lleida), fábrica de embutidos, repasos, cuidar niños… En este difícil trabajo de buscar trabajo (valga la redundancia) nos ibas contando las distintas estrategias de la búsqueda. Papá y yo mientras animándote y rezando para que encontraras algo y, a poder ser, de mucho esfuerzo. Trabajo en el que tuvieras que madrugar, incómodo, en el que pudieras aprender a servir y a ser el último mono y conviviendo con gente con la que no estás muy acostumbrada a convivir. No es que te queramos poco y mal Isabelita, de verdad. Simplemente tequeremos demasiado e intentamos hacerlo lo mejor que sabemos y con la vida tan regalada que llevas –o mejor dicho, que llevamos un poco todos– cada vez es más necesario buscar algo que nos ayude a fortalecernos. No esque sea culpa tuya, vuestra, ni de nadie. Simplemente es como nos viene la vida en la sociedad de confort en la que –gracias a Dios– vivimos.
Por otro lado, ya sabes que en casa somos partidarios de empezar a trabajar cuanto antes. La verdad es que no nos importa mucho dónde ni en qué, pero ¡TRABAJAR! A veces con tanta oferta de Grados, Dobles Grados, Máster,Postgrados y demás, puede ser muy goloso engancharse en el estudio y cada vez se hace más costoso dejar la vida de estudiante. Por eso familiarizarse con el trabajo facilita el acceso posterior a la vida laboral. Por eso en casapreferimos que al terminar la carrera trabajéis, en lo que sea, en lo que encontréis. Y si lo hacéis bien, ya iréis mejorando de fortuna. Los Máster y demás siempre se pueden hacer después, ya inmersos en el mundo laboral.
Por supuesto que cada uno sois un caso único y no es bueno generalizar, pero a priori nos parece buen sistema y parece que nos va funcionado. Por otra parte, tiene dos ventajas añadidas: dejáis de ser gravosos a los padres(interesante) y se valoran y aprovechan más los estudiosposteriores.
Así que, por todo lo dicho y por mucho más, me llevé una alegría cuando me confirmaste que el trabajo encontrado era en la fruta, concretamente en la recogida de la cereza. Era un trabajo de temporada y allí os contrataron a tu hermana y a ti para 40 días. Además todavía os quedaba algún examen y el TFG. Según una amiga, un disparate ese trabajo tan entregado y de tantas horas, cuando todavía estabais estudiando. Pero nunca dudamos papá y yo de que “a muerte” a la recogida de cereza. Creo que hubiéramos perdonado hasta alguna mala nota. Encima, al final –como vosotras mismas dijisteis– hasta os ayudó a estudiar más.
Ha sido una experiencia buenísima. Os levantabais con el alba y a las 7 ya estabais al pie del árbol o en el almacén, un descanso para comer y por la tarde otra vez hasta las 6 ó 7 de la tarde, que llegabais a casa sudando la gota gorda(más de 30 grados), os duchabais y a estudiar. ¡Unos padres no podemos pedir más! Tanto es así que yo estaba deseando serviros: buena comida, qué recados queríaisque os hiciera… Y es que no hay nada más amoroso y servicial que una madre cuando ve a sus hijos dándolo todo. Y se me olvidaba: ¡encima estabais felices! No sólo ejercitasteis la laboriosidad, obediencia, fortaleza, … También aprobasteis vuestros exámenes, hicisteis amigos nuevos, y aprendistéis a valorar un poco más lo que dabais por merecido.
Uno de los días, papá te dijo que trajerais una cajita de cerezas al día siguiente y contestaste: “Papá, mejor el fin de semana ¿No?” – ¿Por qué? –siguió diciendo papá. Ydijiste: piensa que esa cajita son dos horas de trabajo míasy comprarla así, sin ser una ocasión especial…
O cuando comentasteis que dijo vuestro jefe: “Esta tarde terminamos una hora antes” y dispuestas a decir ¡Biennn!visteis la cara de pena de un compañero. Él tenía una familia que mantener y vivían y comían de ese trabajo. Tuvisteis tiempo de cambiar la cara de alegría por otra de comprensión. También aprendisteis a valorar el trabajo de vuestros jefes, que se preocupaban por todos sus trabajadores y les trataban con comprensión y delicadeza, fueran de donde fueran. Y a vuestros compañeros, que os aceptaron como uno más siendo tan distintos. En fin, que habéis hecho tu hermana y tú un buen curso de preparación para la vida a la vez que trabajabais.
Una amiga mía funcionaria, cuando le dije que estabais trabajando en el campo, me dijo con cara de pena: “Pero, tráeme el CV que seguro que encuentro algo en mi oficina”. Se lo agradecí mucho, pero me excusé. No supe cómo explicarle así, de repente, que no; que me parecía infinitamente mejor el otro curro.
Ahora ya sí toca. La piscina, tertulias sin hora en el jardín, dormir un poco más, dar una vuelta a las rebajas, irte de monitora de convivencias… Así vas constatando lo distinto que se ve todo cuando uno piensa que, de alguna manera, se lo ha ganado, y qué mal rollo produce el sentirse parásito y mantenido por los demás.
¡Hola, Conchita! Qué enriquecedora la experiencia laboral de tus hijas. BRAVO por apoyarlas y tener tan claro que este tipo de trabajo puede ser tan útil y encerrar un valioso aprendizaje como cualquier otro. Si bien no han trabajado en su especialidad, sí han vivido otra realidad y han conocido otras miradas y circunstancias que les han ayudado a valorar aún más su situación. Creo que estas experiencias te sirven para fortalecerte, ser más sensible hacia otras personas y comprobar por ti misma que la sociedad es diversa. La formación académica es importante y la formación humana es esencial. Mi hija aún es pequeña, pero me apunto animarla a vivir estas experiencias. De hecho, yo también cogí fruta. En mi caso, melocotones :). ¡Un abrazo y que sigáis disfrutando agosto en familia!
Me gustaMe gusta