
Querida Isabel: “A los padres no se nos corrige”.
Os lo he dicho siempre en casa y ahora tú quieres que te escriba algo sobre el tema, así que allá voy.
Te extraña la relación que tienen algunos padres e hijos en familias estupendas que frecuentas y piensas que puede ir relacionado con esta frasecita que me oías repetir.
Concretamente te choca y sorprende que los hijos hablen a los padres con ligereza, como si fueran un hermano más. Te da pena del padre o madre que queda sin prestigio y sin autoridad. A veces, con la mejor intención y buscando familiaridad y confianza, se puede terminar faltando al respeto. Como suelen ser cosas pequeñas, no extraña ni choca tanto. Se empieza haciendo broma del asunto: lo gordo que está papá, o lo poco intelectual que es mamá. Incluso se alardea del buen rollo entre padres e hijos, y poco a poco se termina teniendo un clima, un talante, nada amable y cada vez más irrespetuoso.
Por eso creo que a los padres no se nos corrige. Los que somos más mayores lo hemos visto y hecho en nuestra propia familia y nos parecía lo normal. Mis padres no corregían a mis abuelos, mis hermanas y yo no corregíamos a nuestros padres ni vosotros -gracias queridoshijos- nos corregís a nosotros. Y ojalá que vuestros hijos no os corrijan a vosotros.
Es difícil de entender porque es hilar fino y seguramente mucha gente piensa distinto, pero como me preguntas mi opinión al respecto, te la doy. Claro que los padres tienen -tenemos- fallos, limitaciones, errores, manías y todo lo que se te ocurra. Pero son -somos- los padres.
Los tiros van por el 4º mandamiento (Honrar a tu padre y a tu madre) y por el concepto de autoridad que eso lleva consigo.
En el concepto de autoridad entra no corregir al superior y los padres tienen el rango de superior en la unidad familiar. Por poner algún ejemplo, no puedes decir en la tertulia familiar a tu padre: ”Tú cállate que de eso no sabes” o “ya estás contándonos otra vez lo mismo”. Tampoco señalar sus defectos: “Mamá, siempre te coges el trozo de pastel más grande” o “ya estás contando chistes que no hacen gracia a nadie”.
Es distinto, aunque no sea lo mejor, hacer estos comentarios entre hermanos, pero nunca a los padres. Y no vale excusarse en que se lo digo por su bien, para que mejore. Si realmente es algo muy gordo y ves que tu padre está todo el día con el dedo metido en la nariz (por ejemplo), o tu madre sorbe descaradamente la leche, a solas, con suma delicadeza y cariño, casi pidiendo perdón, puedes decírselo. Pero si no, no.
No me preguntes más razones, pero a mí me chirría esa manera que comentas de hablar a los padres. Es la misma razón por la que tampoco corregirías a un profesor, o al director del colegio, o al presidente de tu empresa (a no ser que sea algo muy gordo y siempre en privado). Creo que va íntimamente relacionado con el respeto y la autoridad.
Y no te digo nada según pasan los años y las faltas y limitaciones de los padres crecen y las ya existentes aumentan, puede terminar eso en un continuo corregir y trato despectivo.
Y si en un momento dado un hijo corrige al padre, es buenísimo que salga la madre a cortar ese comentario con rotundidad, y viceversa si la corrección va dirigida a la madre.
Por eso , cuando eras pequeña te daba pena cuando tu amiga decía, hablando de su madre “la pobre mujer”, o cuando ya de mayor alguno de tus amigos habla de ”mis viejos”, ni siquiera comentarios en broma. O cuando tu mejor amiga te cuchichea en el teléfono: ”La pesada de mi madre”.
Tenemos un modelo estupendo en muchas familias de nuestros mayores. Con qué respeto se trataba a los padres, a los abuelos, sin camaradería y quizás poco afectuosamente, pero a pesar de eso era a menudo un cariño de verdad. Cuando llegaba el momento, no dudaban los hijos, en la mayoría de los casos, en cuidar a los padres hasta el final.
Ahora nos puede pasar que tenemos mucha confianza con los hijos, nos tuteamos, nos decimos todo y de todo-a veces no nos pasamos una- y nos tratamos de compis, pero en cuanto las cosas se ponen feas o difíciles… al geriátrico.
Sería bueno intentar, con la experiencia de lo visto y vivido en épocas anteriores, copiar la parte buena del respeto que se tenía a los padres y mayores antes, pero añadiendo los padres un poco más de afectividad y alegría … y a ver qué pasa.