Querida Inés

Me comentabas el otro día como, hablando con tus amigas observabas que dejaban elegir muchas cosas a sus hijos de Primaria. Consideraban que era bueno para educar en libertad que fueran eligiendo en su vida: qué ropa ponerse, qué ver en tv, cómo organizar la tarde, qué comprar con » su dinero», a que convivencias ir o no ir, a qué extraescolares apuntarse y desapuntarse….

Después se sentían orgullosas de ellos, de su autonomía y decisiones y a ti te chocaba un poco. ¿Es realmente eso «educar en libertad»?

Pienso que se ha usado mucho y abusado de la idea de Educar en Libertad.

Es un principio básico en educación pero a veces no se ha entendido en su profundidad y a menudo se ha reducido, ha quedado limitado a una simpleza:

¡dejemos al niño que elija !…y eso noooooooo!!!!!

Por eso me gusta más hablar de «educar para ser libres» y educar para ejercitar la auténtica libertad, una libertad que les ayude a mejorar como personas, no que les tire para abajo dejándoles a merced de sus caprichos.

Educar así, para ser libres realmente, lleva implícito, va unido siempre a saber incidir e insistir en el trato con los hijos ,en dos puntos cruciales:

1.- Formación y más formación. Fundamental que sepan dónde esta el bien.

2.- Educar la voluntad. Que tengan la fortaleza, la fuerza de voluntad para seguir ese bien.

Sin tener trabajados y asumidos estos dos puntos el ejercicio de la libertad en nuestros hijos no será más que una capacidad de elegir que igual puede ayudarles a ser más felices o tirarles para abajo y hacerles infelices.

Por eso es absurdo como, a veces , hacemos tomar a nuestros hijos decisiones que no les tocan:

Ni saben que es lo bueno ni tienen voluntad para seguirlo.

Recuerdo una madre de un niño de 4º Primaria que me decía:

«el mismo día tiene mi hijo: un cumpleaños , la Primera Comunión de un amigo y un acto colegial de recogida de un premio. Ya le he dicho que ya es mayor, que elija. »

Pues no, a esa edad no sabe que es la mejor ni tiene voluntad para seguirlo. Elegirá ir donde vaya su amigo o donde repartan más chuches. Son los padres los que tienen que valorar qué es lo mejor en esa situación y explicárselo al niño.

Sólo si formamos muy bien sus cabezas y fortalecemos su voluntad aseguramos educar en libertad y para ser libres.

Será cuestion entonces de ir soltando amarras en sus elecciones considerando antes si saben dónde está el bien en el supuesto concreto y si serán capaces de seguirlo.

Por todo esto , una idea práctica es que elijan menos y obedezcan más.

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