Querido Juan

A menudo me acuerdo de cuando cumpliste 18 años .

En casa existe la norma de que a las discotecas no se va hasta los 18 años y la verdad es que lo hemos ido consiguiendo. Ha habido sus tira y afloja, enfados y protestas propios de la situación, pero nos ha ido muy bien a todos.

Bueno, a papá y a mi siempre y a vosotros os iba mal unos años pero ahora que sois mayores decís que os fue muy bien.

Pues como decía, nada más cumplirlos , nos dijiste muy serio que ya eras mayor de edad y que el próximo viernes querías ir con los de tu clase a una discoteca.

Después del asombro inicial, (ingenuos de nosotros, debíamos pensar que se te olvidaría la norma) hablamos contigo y te dijimos:

¿Sabes a qué se va a una discoteca ?

«A bailar y a estar con los amigos» nos contestaste.

Entonces te dijimos que no exactamente: que cuando se va a una discoteca , aparte de bailar y estar con amigos , con demasiada frecuencia se va a beber más de de la cuenta y a enrollarse con alguna chica en muchas ocasiones.

Pero papá , contestaste, yo no voy a hacer eso. No claro, te dijimos, este viernes no , pero si sigues yendo con asiduidad, lo más probable es que termines haciendo lo que todos. Si no lo haces parecerás un tipo raro y como además es algo » apetecible», tienes muchas posibilidades de terminar así.

Además , te seguimos diciendo, tu rezas y quieres a Dios y en muchas discotecas , mires donde mires se está ofendiendo a Dios. Por eso el problema no es solo ser menor o mayor de edad sino también de fondo. Para nosotros no es un sitio muy adecuado en ninguna edad. ¿Te gustaría vernos a papa y a mí allí ?

Te reíste y yo me defendí diciendo que hay discos con salas de carrozas (tampoco éramos entonces muy mayores, no te rías ahora…)

De todas formas, seguimos hablando, tienes 18 años y si quieres puedes ir.

Piénsalo -te dijimos- y esta noche nos dices.

» Sí que voy » fue tu respuesta esa noche y así, al día siguiente , con tus amigos allá te fuiste. A la 2 o 3 de la mañana, creo recordar, fue papá a buscarte.

¿Cómo lo pasaste ? Te pregunté al día siguiente.

«Muy bien mamá»

«Qué pena «, le dije ( tenía una pequeña esperanza de que no le gustara), si te lo hubieras pasado mal ya no volverías. Y tu me contestaste:

No mamá , ya hemos dicho que no es un sitio bueno y no iré mucho.

Aquí, en nuestra ciudad , se cuentan con los dedos de una mano los días que volviste a ir. Fuera de casa , en la universidad me imagino que irías más, pero nos libramos de los años adolescentes y primera juventud que son los peores en este tipo de salidas.

Pienso que no hay que tener miedo a los hijos, las normas en casa las ponen los padres y les tenemos que explicar siempre las razones reales por las que decidimos y exigimos algo.

¿Y no se rebotaran los hijos con tanta exigencia? -me pregunta siempre Alejandra cuando hablamos de estos temas-.

Nunca Alejandra, nunca, cuando los padres luchamos sin tregua en dos aspectos;

  1. Mucha coherencia entre lo que pensamos, les decimos y hacemos.
  2. Muchísimo cariño. Los hijos deben tener muy muy claro que ellos son lo primero.

Y no vale decir que les queremos mucho, hablamos de que se sientan queridos, que a veces es distinto y puede ser bastante complicado en la adolescencia.

Si se dan estas premisas habrá los normales disgustos, rebeldías y «morros»de la edad, pero es muy difícil que se reboten porque aunque no lo acepten perciben que las medidas que no les gustan son por su bien.

¡No tengáis miedo entonces a exigir!!!!

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