Querida Blanca 2

¡¡Mamá estoy embarazada!! 

Esta sorpresa  nos diste hace ya unos meses. Bueno, más que nada alegría,  porque sorpresa sorpresa…no tanta. Es una noticia bastante previsible cuando es ya el 6º y en una familia como la nuestra!!!!!!

Y es que nos llena de satisfacción a papá y a mí, comprobar que os hemos transmitido nuestra opción  preferente por la familia numerosa. 

Siempre hemos tenido muy claro que tener una familia grande era estupendo. 

Pensándolo bien, es verdad que no es lo más cómodo, ni lo más brillante socialmente, ni lo que da más dinero, ni lo que ayuda a subir profesionalmente. Pero pienso yo: ¿Quién o qué asegura  que la comodidad, el dinero o el trabajo más brillante sean los mejores instrumentos para ser felices?

Creo que más bien, la felicidad está relacionada con el querer y ser querido, y eso encuentra su hábitat natural en la familia y en los hijos. 

Es verdad que, sobre todo cuando son pequeños, tener varios niños puede resultar un poco o un mucho heroico y no se ve tan claro lo maravilloso de la familia numerosa; es mucho el trajín del día a a día. Pero según pasan los años se hace cada  vez más evidente. 

No todo es camino de rosas y habrá ratos y tardes que no ves el momento de acostarles, que no  paras de correr y no llegas a tiempo a aquella reunión del cole, que tienes náuseas del embarazo y que casi lloras cuando ves que a las varices les da por aumentar en cada embarazo o que el pelo ya no aguanta más y difícilmente puedes pensar en ir a la peluquería y…. para que te voy a contar!

Pero también es verdad que tu marido y tu babeáis al recordar las bobadas que os ha dicho el segundo,  o cuando el tercero por fin se ha duchado sólo, o en el día en que el pequeño deja el pañal… Y cuando llegas a casa  y te reciben varias voces a gritos coreando: ¡Mamá, mamá! Entonces no tienes ninguna duda de lo afortunada que eres. 

Seguro que has sentido alguna vez cuando estáis ya todos  en el coche, después de batallar para que todos ocupen sus sillitas y estén bien atados, el orgullo de mirar atrás y ante el “panorama” todavía tranquilo y sereno, pensar: son mis hijos, es mi familia. Y sientes algo dentro, un no sé qué muy gratificante y comprendes  que no puedes pedir más a la vida que verles crecer y muchos ratos como ése. 

¿Te acuerdas de aquella vez, cuándo eráis  pequeños, que vinieron los de un periódico local a casa para hacernos un reportaje sobre familias  numerosas? 

Nos hicieron una foto muy bonita en el salón de casa (que luego llevaba yo orgullosa en la cartera). Cuando llegó la periodista, nos preguntó nada más vernos, así a bocajarro: 

¿Por qué tenéis tantos hijos? 

¡Yo me quedé descolocada! Nunca me lo había planteado así.

Simplemente nos casamos pensando en tener una familia cristiana y abierta a la vida y así, de uno en uno, fuisteis llegando. No era cuestión de que nos apeteciera o no un hijo más. Era que estábamos convencidos ya entonces de que era lo mejor.

Y fue sorprendente la respuesta rápida de papá : “Porque así tenemos mucha gente que nos quiera “. Lo dijo sin pensar mucho, sin grandes disquisiciones y “como a lo tonto”, pero ¡qué respuesta tan  profunda! Le he dado vueltas muchas veces estos años y cada vez me gusta más: tener mucha gente que me quiera y a quien querer. ¿Hay alguien o algo que dé más?

Además es verdad que en las familias numerosas las penas se reparten y las alegrías se multiplican .

Por eso me da mucha pena cuando veo algún matrimonio en el colegio que me explica que le gustaría tener otro hijo, pero que lo ven casi  imposible por su trabajo, su situación económica, el piso pequeño…

Y cuando me explican su situación, compruebo que muchas veces lo tienen realmente difícil y además nadie les dice que merece la pena el esfuerzo, que vale la pena. 

Algo en la sociedad actual no va 

muy bien cuando el trabajo,  que es un medio para vivir y sacar adelante la familia, nos impide nuestro anhelado proyecto familiar.

Siempre pienso en un dicho que oía de pequeña en mi pueblo. Cuando querían decir de alguien que obraba sin conocimiento, decían: “Es más tonto que Abundio, que vendió el coche para comprar gasolina“. ¡Pues eso! A veces nos parecemos a  Abundio. Sin darnos mucha cuenta, vendemos la familia para comprar un mejor trabajo o un ascenso profesional. ¡Qué pena más grande!

Por eso y por mucho más te repito que muy bien, que no habéis elegido lo más moderno, ni lo más cómodo, tampoco lo que os hara más ricos ni os dará más euros,  pero estoy convencida de que habéis elegido lo mejor. 

¡Felicidades a los dos por el embarazo! 

PD: Ahora que estás de baja te recomiendo un libro muy bueno para profundizar más en el tema:

“El principio de Eva”, de Eva Herman. Te gustará 😘

3 comentarios sobre “Querida Blanca 2

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